La historia del Sexteto Habanero es tan amplia como toda la historia que comprende la lista de los 600 Discos de Latinoamérica (incluyendo sus reformaciones como el Conjunto Típico Habanero y el Septeto Habanero). Una foto tomada al poco tiempo de su fundación, en 1920, nos llena de tantas preguntas frente a las fantasmales presencias de esos seis caballeros, tres sentados y tres de pie: ¿Sospecharían alguna vez que el son los convertiría en una de las instituciones de la música cubana? ¿Imaginarían que su música seguiría sonando más allá de los horizontes del siglo XX? Guillermo Castillo (guitarra), Carlos Godínez (tres), Gerardo Martínez (voz y claves); Antonio Bacallao (botija), Óscar Sotolongo (bongós) y Felipe Neri Cabrera (voz y maracas) ya habían formado parte del Sexteto Oriental desde 1918 junto a Ricardo Martínez (oriundo de Santiago de Cuba), y al retirarse el fundador decidieron cambiar su nombre debido a que los seis eran habaneros.
Los orígenes del son, como los de muchas otras músicas populares y folclóricas de América Latina, parecen oscuros y difusos. Algunos quieren otorgarle una raíz en el siglo XVI, pero los investigadores están de acuerdo en que empezó a tocarse en la Sierra Maestra de Cuba en la segunda mitad del siglo XIX, y que llegó a La Habana a partir de la creación de los primeros ejércitos del país, que llevó a jóvenes del Oriente de Cuba a la capital. El son ya contaba con el formato de de diálogo entre solista y coro, y un acompañamiento de guitarra con bandurria o tres, bongós, claves y maracas, pero en ese momento aún se empleaba, en vez de contrabajo, la botija, una tinaja de barro con dos aberturas que aportaba los tonos graves necesarios para marcar el ritmo. Pronto habrían de abandonar este un instrumento por el contrabajo, y posteriormente el Sexteto se convertiría en Septeto con el agregado de la trompeta.
Esta recopilación recoge algunas de las primeras grabaciones del Sexteto Habanero (ya con algunos integrantes distintos a aquellos de la foto de 1920), que junto a otras agrupaciones de la época, comenzaban a ser registrados por los sellos Columbia y Víctor, tanto en Nueva York como en La Habana, alternando entre la técnica acústica y la novedosa grabación eléctrica que brindaba mayor fidelidad de sonido. El disco abarca temas de sus primeras grabaciones en 1926 hasta 1948, que fueron editados como singles en discos de 78 rpm, como “Romántica mujer“, «De mi cubita la mango», «Lamento esclavo» o «Carmela mía». La agrupación ayudó a establecer muchos de los estándares del repertorio y la interpretación del son cubano a lo largo del siglo XX, que transitaron renovando continuamente su alineación. El pasado 13 de junio de 2024, el Septeto Habanero celebró 104 años de existencia.