El sexto álbum de Víctor Jara es el de un artista ya maduro y consagrado en Chile, en el que muestra su versatilidad musical y lírica y contiene algunas de sus más grandes canciones. Editado en abril de 1971, en pleno gobierno de Salvador Allende, El derecho de vivir en paz es un disco muy comprometido políticamente, volviendo a la línea de Pongo en tus manos abiertas… (1969) luego de un Canto libre (1970) excelente, pero menos contingente, con letras muy claras respecto a los pensamientos de Víctor, quien participó activamente en la campaña presidencial de Allende.
Letras que se mueven desde la esperanza como en “Abre la ventana”, en la que participa la banda de rock Los Blops, y “Vamos por ancho camino”; a letras desgarradoras como “El niño yuntero”, en la que musicaliza un poema del español Miguel Hernández; de homenaje como “El alma se llena de banderas” y el son cubano en “A Cuba”; directamente políticas como “Ni chicha ni limoná”; y de clara carga social como la tradicional peruana “A la Molina no voy más” o “Las casitas del barrio alto”.
El álbum no tiene puntos bajos, pero destacan el tema homónimo que abre el disco y “Plegaria a un labrador”. El primero, ese himno llamado “El derecho de vivir en paz”, comienza con un ya reconocido timple, y poco antes de llegar al minuto se empieza a transformar, incorporando un bajo eléctrico, y luego un órgano y una poderosa guitarra eléctrica, ya que también cuenta con la participación de Los Blops, siendo la primera vez que Víctor experimenta con el rock, incorporándolo a la nueva canción. Tiene una letra conmovedora que pide por la paz en Vietnam, pero que con el tiempo ha trascendido su significado particular de homenaje a Ho Chi Minh para volverse universal. El segundo, es justamente una plegaria al trabajador, en que le pide unidad para triunfar y obtener justicia social (“Levántate y mírate las manos / Para crecer, estréchala a tu hermano”). Comienza lenta y va a aumentando su ritmo de la mano de su guitarra para terminar de una forma casi combativa, marcando una diferencia a la versión editada un par de años antes junto a Quilapayún, como cara A del sencillo cuya cara B fue “Te recuerdo Amanda”.
En definitiva, El derecho de vivir en paz es una ventana directa y clara a un momento histórico en Chile y Latinoamérica, que consagró a Víctor Jara en el continente y lo empujó a hacer presentaciones en México, Costa Rica, Venezuela, Colombia y Argentina, en una gira a finales de 1971, e ir a Cuba (1972) y Perú (1973). Lo presenta con ganas de experimentar y en el punto más alto de su carrera musical, finalizada violenta y trágicamente por torturas y 44 balazos a manos de militares chilenos.