Alejandra Ghersi, conocida como Arca, tuvo una infancia entre Venezuela y Connecticut. Bajo la represión social, enfrentó el estigma en su música, la cual le permitió encontrarse. Antes de grabar su disco homónimo de 2017, Arca lanzó Xen y Mutant. Xen se caracteriza por una atmósfera abstracta con un tono subdominante, mientras que Mutant es más sólido y antropomórfico, con sonidos industriales y ritmos duros, representando un acorde dominante. Ambos discos forman una relación armónica y cronológica que culmina en Arca, que se presenta como el reposo de esta progresión musical.
Este disco se dio en parte por convencimiento de su amiga Björk, para que Alejandra usara su voz en las composiciones, creando estructuras más comunes y suaves con vocales en español. Destacan las canciones «Reverie» y una reinterpretación de «Caballo Viejo», además de la influencia de la tonada y ritmos latinoamericanos pasados bajo una encubierta experimental.
“Quítame la piel de ayer” es la cita que abre y repite una y otra vez el primer track del tercer álbum de la venezolana, homónimo, un hecho que contrasta con los títulos de los anteriores, como si recién hasta ese momento Alejandra Gershi y Arca fueran entes diferentes. En “Anoche” esta reconciliación se mantiene palpable. Todo han sido texturas post-melódicas, un giro de trama comenzará en la minimalista “Sauter” y la instrumental ‘Urchin’ que jugarán la figura de puente, para dar paso a dos canciones más caóticas y experimentales como fantasmas de un pasado que tratan de colarse en la mente a altas horas de la noche. “Sin Rumbo” irónicamente recupera el hilo en una especie de ópera fallida y se complementa con “Coraje”, punto en el que no ya no veremos más lamento.
“Desafío”, “Fugaces” y “Miel” exploran distintos escenarios bisagra de la vida. La primera es el momento de confianza y apertura absoluta a las puertas de un cambio; la siguiente explora la resignación; mientras que la tercera es una especie de último adiós. “Child”, otra pieza instrumental, cerrará esta introspección incompleta, un conjunto de canciones que no se vendió como álbum conceptual pero que sospechosamente lo parece, todo con inocentes, azarosos y juguetones sonidos, cómo quién descubre un piano y lo prueba sin saber tocarlo.
Una entrega que contrasta con la enorme cantidad de exploraciones realizadas. Arca podía grabar en los Estados Unidos o Europa pero su experiencia venezolana y latinoamericana estaba presente. Arca empuja los límites de un género: no trata de llevar vida a pistas de baile improvisadas en fábricas abandonadas, sino de abandonarse uno y fabricarse de nuevo.